Miedo a la Crítica 2
Síntomas de ''Miedo a la Crítica''
Este temor es casi tan universal como el temor a la pobreza, y sus efectos, igual de fatales para el logro personal, sobre todo porque destruye la iniciativa y desanima el uso de la imaginación. Los principales síntomas del temor a la crítica son:
Timidez. Suele ser expresada por medio del nerviosismo, la timidez en la conversación y en el encuentro con personas extrañas, el movimiento extraño de las manos y de los pies, el desplazamiento de la mirada.
Falta de serenidad. Ausencia de control en la voz, nerviosismo en presencia de otros, postura deficiente del cuerpo, memoria pobre.
Personalidad. Escasa firmeza en las decisiones, falta de encanto personal, y de habilidad para expresar opiniones definidas. Costumbre de soslayar los temas, en lugar de afrontarlos de manera directa. Estar de acuerdo con otros sin haber examinado sus opiniones con cuidado.
Complejo de inferioridad. Costumbre de expresar autoaprobación por medio de la palabra y las acciones, como un medio de ocultar una sensación de inferioridad. Utilizar palabras grandilocuentes para impresionar a los demás (a menudo sin conocer siquiera el significado de lo que se dice). Imitar a otros en la ropa, el discurso y las actitudes. Fanfarronear de logros imaginarios. Esto produce a veces una imagen superficial de
sentimiento de superioridad.
Extravagancia. Costumbre de intentar mantenerse a la altura de los demás gastando mucho más de lo que se ingresa.
Falta de iniciativa. Fracaso para aprovechar las oportunidades para el progreso propio, temor a expresar opiniones, falta de confianza en las propias ideas, responder de forma evasiva a los superiores, vacilar en la actitud y en el discurso, engañar en las palabras y en los hechos.
Falta de ambición. Pereza mental y física, falta de autoafirmación, lentitud para tomar decisiones, dejarse influir con excesiva facilidad; criticar a los demás a sus espaldas y halagarlos, cuando están delante; aceptar la derrota sin protesta, o abandonar una empresa cuando se encuentra con la oposición de otros; sospechar de otras personas sin causa alguna, falta de tacto en la actitud y el discurso, no estar dispuesto a aceptar la responsabilidad de los propios errores.
Miedo a la críitica
EL MIEDO A LA CRÍTICA
Nadie puede afirmar con exactitud cómo llegó el hombre a experimentar este temor, pero lo cierto es que lo experimenta, y de una forma muy desarrollada.
Este autor atribuye el temor básico a la crítica a esa parte de la naturaleza heredada del hombre que lo
induce no sólo a arrebatar los bienes y mercancías de sus semejantes, sino también a justificar su acción mediante la crítica del carácter de los demás. Es un hecho bien conocido que un ladrón critica al hombre al que ha robado, que los políticos que buscan un puesto no despliegan sus propias virtudes y sus calificaciones, sino que intentan desmerecer a sus oponentes.
Los astutos fabricantes de ropa no han sido lentos a la hora de capitalizar este temor básico por la crítica, con el que toda la humanidad ha sido maldecida. Cada temporada cambian los estilos de numerosos artículos.
¿Quién establece los estilos? Desde luego no es la persona que compra la ropa, sino el fabricante.
¿Por qué éste cambia los estilos con tanta frecuencia? La respuesta es evidente: para vender más ropa.
Por la misma razón, el fabricante de automóviles cambia todas las temporadas los modelos de sus vehículos.
Nadie quiere conducir un automóvil que no sea de los últimos salidos de fábrica.
Hemos descrito la forma en que la gente se comporta bajo la influencia del temor a la crítica, tal y como se aplica a las pequeñas y mezquinas cosas de la vida. Examinemos ahora el comportamiento humano cuando ese temor afecta a las personas en relación con acontecimientos más importantes de las relaciones humanas. Tomemos, por ejemplo, a cualquier persona que haya alcanzado la edad de la madurez mental (de los 35 a los 40 años de edad como término medio). Si pudiéramos leer sus pensamientos secretos, encontraríamos una decidida incredulidad hacia las fábulas enseñadas por la mayoría de los dogmáticos de hace unas pocas décadas.
¿Por qué la persona media, incluso en una época de tantos conocimientos como la actual, no se atreve a negar su creencia en las fábulas? La respuesta es: «por el temor a la crítica». Los hombres han sido criticados por atreverse a expresar su incredulidad acerca de los fantasmas. No resulta nada extraño que hayamos heredado una conciencia que nos hace temer la crítica. No hace mucho tiempo, en el pasado, la crítica
comportaba severos castigos, y aún los acarrea en algunos países.
El temor a la crítica priva al hombre de su iniciativa, destruye su poder de imaginación, limita su individualidad, le quita la confianza en sí mismo, y daña de cien formas diferentes. Los padres, a menudo, hacen
un daño irreparable a sus hijos cuando los critican. La madre de uno de mis compañeros de infancia solía castigarlo casi a diario con un palmetazo, completando la acción con la siguiente afirmación: «Terminarás en la cárcel antes de que cumplas los veinte años». A la edad de diecisiete años fue enviado a un reformatorio.
La crítica es la clase de servicio que le sobra a todo el mundo. Todos tenemos una buena reserva de crítica gratuita que entregar, tanto si se nos pide como si no. A menudo, los parientes más cercanos son los que peor ofenden. Debería ser considerado un crimen (en realidad, es un crimen de la peor naturaleza) el que cualquier padre produzca en su hijo complejos de inferioridad por medio de la crítica innecesaria. Los patronos que comprenden la naturaleza humana obtienen lo mejor de sus empleados no mediante la crítica, sino por medio de la sugerencia constructiva. Los padres pueden conseguir los mismos resultados con sus hijos. La crítica implanta el temor en el corazón humano, o el resentimiento, pero no construye ni el amor ni el afecto.
El miedo más destructivo
EL MIEDO A LA "POBREZA"
No puede existir compromiso alguno entre la pobreza y la riqueza. Los dos caminos que conducen a ellas van en direcciones opuestas. Si lo que usted desea son riquezas, tiene que negarse a aceptar cualquier circunstancia que conduzca hacia la pobreza. (La palabra «riqueza» se utiliza aquí en su más amplio sentido, refiriéndonos con ella a los planos espiritual, mental y material.) El punto de partida del camino que conduce a la riqueza es el deseo. En el primer capítulo, usted recibió instrucciones completas para el uso adecuado del deseo. En este capítulo sobre el temor encontrará instrucciones completas para preparar a su mente con el propósito de hacer un uso práctico del deseo.
Así pues, éste es el lugar en el que se le planteará un desafío mediante el que determinará de modo definitivo cuánta de esta filosofía ha absorbido usted. Aquí está el punto en el que puede convertirse en profeta y pronosticar, con exactitud, qué le reserva el futuro. Sí, después de haber leído este capítulo, usted se halla dispuesto a aceptar la pobreza, será mejor que prepare a su mente para recibir pobreza. Se trata de una decisión que usted no puede evitar.
Si lo que exige son riquezas, determine en qué forma las recibirá, y cuánto necesitará para sentirse satisfecho. Ya conoce el camino que conduce a la riqueza. Se le ha proporcionado una especie de mapa de carreteras que, si lo sigue, lo mantendrá en la vía adecuada. Si se descuida y no inicia el recorrido del camino, o si se detiene antes de haber llegado, no podrá echarle la culpa a nadie, excepto a usted mismo. Esa responsabilidad es exclusivamente suya. Ninguna justificación le salvará de aceptar la responsabilidad si ahora fracasa o si se niega a exigirle riquezas a la vida, porque la aceptación le exige una sola cosa -la única que usted puede controlar-, un estado de la mente. Un estado mental es algo que uno asume. No se puede
comprar, sino que ha de ser creado.
SÍNTOMAS DEL TEMOR A LA POBREZA
Indiferencia. Suele expresarse a través de una falta de ambición; de una predisposición a tolerar la pobreza; de una aceptación, sin protestar, de toda aquella compensación que la vida pueda ofrecer; de una pereza mental y física; de una falta de iniciativa, imaginación, entusiasmo y autocontrol. Indecisión. El hábito de permitir que los demás piensen por uno. El de mantenerse «al margen». Duda. Expresada generalmente por medio de justificaciones y excusas diseñadas para encubrirse, rechazar con explicaciones, o disculpar los propios errores, lo que a veces se expresa en forma de envidia hacia aquellos que han alcanzado el éxito, o bien se los critica.
Preocupación. Suele expresarse por el descubrimiento de faltas en los otros, una tendencia a gastar más de los ingresos propios, un descuido del aspecto personal, la burla y el fruncimiento de cejas; la intemperancia en el uso de las bebidas alcohólicas y, a veces, en el uso de narcóticos; nerviosismo, falta de severidad y de autoconciencia.
Precaución excesiva. La costumbre de mirar el lado negativo de toda circunstancia, de pensar y hablar de posible fracaso, en lugar de concentrarse en los medios para alcanzar el éxito. Se conocen todos los caminos que conducen al desastre, pero nunca se buscan los planes precisos para evitarlo. Se espera «el momento adecuado» para empezar a poner en acción ideas y planes, hasta que la espera se transforma en un hábito permanente. Se recuerda a aquellos que han fracasado, y se olvida a los que han tenido éxito. Se ve el agujero del donuts, pero no se ve el donuts. Es el pesimismo, que conduce a la indigestión, al estreñimiento, a la autointoxicación, a la mala respiración y a una mala disposición.
Dilación. La costumbre de dejar para mañana aquello que se debería haber hecho el año anterior. Pasarse mucho tiempo buscando justificaciones y excusas para no realizar el trabajo. Este síntoma se halla estrechamente relacionado con el de la precaución excesiva, la duda y la preocupación. La negativa a aceptar la responsabilidad siempre que ésta se pueda evitar. La voluntad de encontrar un compromiso, en lugar de levantarse y luchar a pie firme. El comprometerse con las dificultades, en lugar de dominarlas y utilizarlas como peldaños para seguir subiendo. El intentar conseguir gangas de la vida, en lugar de exigir prosperidad, opulencia, riquezas, satisfacción y felicidad. Planificar lo que se ha de hacer sólo cuando se ha producido el fracaso, en lugar de quemar todas las naves y hacer que la retirada sea imposible. La debilidad de la confianza en uno mismo, y, a menudo, la total ausencia de la misma, así como de la definición de propósito, autocontrol, iniciativa, entusiasmo, ambición, frugalidad y una sana habilidad para el razonamiento. El esperar la pobreza, en lugar de exigir la riqueza. El asociarse con aquellos que aceptan la pobreza, y no buscar la compañía de quienes exigen y reciben la riqueza.
Los 6 fantasmas del Miedo
Los seis fantasmas del Miedo
<<Vence estos miedos primarios y sabrás que puedes lograrlo todo>>
Cuando haya leído este último capítulo, haga inventario de sí mismo, y descubra cuántos «fantasmas» se interponen en su camino. Antes de poder utilizar cualquier parte de esta filosofía con éxito, su mente tiene que estar preparada para recibirla. La preparación no resulta difícil. Empieza con el estudio, el análisis y la comprensión de los tres enemigos que necesita eliminar de su mente: la indecisión, la duda y el temor.
El sexto sentido nunca funcionará mientras estos tres elementos negativos continúen en su mente, ya sea en su conjunto o por separado. Los elementos de este trío infernal se hallan estrechamente relacionados; allí donde haya uno de ellos, puede estar seguro de que los otros dos también se encuentran cerca.
¡La indecisión es la semilla del temor! Recuérdelo a medida que siga con la lectura. La indecisión se
cristaliza en la duda, y ambas se mezclan y se con vierten en temor. El proceso de «mezcla» suele ser lento. Ésa es una de las razones por las que estos tres enemigos son tan peligrosos. Germinan y crecen sin que su presencia sea detectada.
El resto de este capítulo describe un fin que debe alcanzar antes de que pueda poner en práctica esta
filosofía, como un todo. También analiza una condición que ha reducido a gran número de personas a la pobreza, y afirma una verdad que debe ser comprendida por todos aquellos que acumulan riquezas, ya se midan éstas en términos de dinero o de un estado mental, mucho más valioso que el dinero.
El propósito de este capítulo consiste en enfocar nuestra atención sobre la causa y la cura de los seis
temores básicos. Antes de poder dominar a un ene migo, debemos conocer su nombre, sus hábitos y el lugar de residencia. A medida que lea, analícese a sí mismo y determine cuál de los seis temores básicos está con usted, si es que tiene alguno.
No se deje engañar por los hábitos de esos enemigos sutiles. A veces, permanecen ocultos en el
subconsciente; en él son difíciles de localizar y aún más difíciles de eliminar.
LOS SEIS MIEDOS BÁSICOS
Hay seis miedos básicos, de los que todo ser humano sufre en una u otra ocasión, ya sea por cada uno de ellos o en una combinación de los mismos. Cualquier persona sería afortunada si no sufriera de los seis.
Citados por el orden en que suelen aparecer, son:
>>>El temor a la pobreza en el fondo de
>>>El temor a la crítica la mayor parte de
>>>El temor a la enfermedad nuestras preocupaciones
>>>El temor a la pérdida del amor de alguien
>>>El temor a la vejez
>>>El temor a la muerte
Todos los demás temores son de menor importancia; todos ellos pueden ser agrupados bajo estos seis epígrafes.
Los temores no son más que estados de la mente. El estado de la mente de cada cual se halla sometido a control y dirección. El hombre no puede crear nada que no haya concebido previamente en forma de un impulso de pensamiento.
Tras haber hecho esta afirmación, hay que hacer otra de mayor importancia aún: los impulsos del pensamiento del hombre comienzan a trasladarse de inmediato en su equivalente físico, al margen de que esos pensamientos sean voluntarios o involuntarios. Los impulsos de pensamiento que son captados por simple casualidad (pensamientos emitidos por otras mentes) pueden determinar el destino financiero, empresarial, profesional o social con la misma seguridad que los impulsos de pensamiento que uno mismo crea con intención y diseño.
Estamos estableciendo aquí los fundamentos para la presentación de un hecho de gran importancia para quien no comprende por qué algunas personas parecen tener «suerte», mientras que otras, de igual 0 mayor habilidad, entrenamiento, experiencia y capacidad cerebral, parecen destinadas a soportar la desventura. Ese hecho se explica con la afirmación de que todo ser humano tiene la habilidad de controlar su propia mente por completo y, con ese control, es evidente que cada persona puede abrir su mente a los impulsos de pensamiento emitidos por otros cerebros, o cerrarla a cal y canto y admitir únicamente aquellos impulsos de pensamiento de su propia elección.
La naturaleza ha dotado al hombre de un control absoluto sobre una sola cosa: el pensamiento. Esto, unido al hecho adicional de que todo lo que el hombre crea se inicia en la forma de un pensamiento, nos conduce muy cerca del principio mediante el cual podemos llegar a dominar el temor. Si es cierto que todo pensamiento tiene una tendencia a transformarse en su equivalente físico (y eso es cierto, más allá de todo espacio razonable para la duda), también será cierto que los impulsos de pensamiento de temor y de pobreza no pueden traducirse en términos de valor y ganancia financiera.
Todos los demás temores son de menor importancia; todos ellos pueden ser agrupados bajo estos seis epígrafes.
Los temores no son más que estados de la mente. El estado de la mente de cada cual se halla sometido a control y dirección. El hombre no puede crear nada que no haya concebido previamente en forma de un impulso de pensamiento.
Tras haber hecho esta afirmación, hay que hacer otra de mayor importancia aún: los impulsos del pensamiento del hombre comienzan a trasladarse de inmediato en su equivalente físico, al margen de que esos pensamientos sean voluntarios o involuntarios. Los impulsos de pensamiento que son captados por simple casualidad (pensamientos emitidos por otras mentes) pueden determinar el destino financiero, empresarial, profesional o social con la misma seguridad que los impulsos de pensamiento que uno mismo crea con intención y diseño.
Estamos estableciendo aquí los fundamentos para la presentación de un hecho de gran importancia para quien no comprende por qué algunas personas parecen tener «suerte», mientras que otras, de igual 0 mayor habilidad, entrenamiento, experiencia y capacidad cerebral, parecen destinadas a soportar la desventura. Ese hecho se explica con la afirmación de que todo ser humano tiene la habilidad de controlar su propia mente por completo y, con ese control, es evidente que cada persona puede abrir su mente a los impulsos de pensamiento emitidos por otros cerebros, o cerrarla a cal y canto y admitir únicamente aquellos impulsos de pensamiento de su propia elección.
La naturaleza ha dotado al hombre de un control absoluto sobre una sola cosa: el pensamiento. Esto, unido al hecho adicional de que todo lo que el hombre crea se inicia en la forma de un pensamiento, nos conduce muy cerca del principio mediante el cual podemos llegar a dominar el temor. Si es cierto que todo pensamiento tiene una tendencia a transformarse en su equivalente físico (y eso es cierto, más allá de todo espacio razonable para la duda), también será cierto que los impulsos de pensamiento de temor y de pobreza no pueden traducirse en términos de valor y ganancia financiera.
El Pasmoso poder de la imaginación
El Pasmoso poder de la imaginación
Mi método de dirigirme a los miembros de mi gabinete imaginario variaban, de acuerdo con los rasgos de carácter que yo estaba más interesado en adquirir en aquellos momentos. Estudié todo lo que se sabía de sus vidas, y lo hice con minucioso cuidado. Después de algunos meses de haber empleado este procedimiento nocturno, me sentí asombrado al descubrir que estas figuras imaginarias se convertían en aparentemente reales.
Cada uno de estos nueve hombres desarrolló características individuales que me sorprendían. Por ejemplo, Lincoln tenía la costumbre de llegar siempre tarde, para luego entrar de una forma solemne donde era esperado. Siempre llevaba una expresión de seriedad en el rostro. Raras veces le veían sonreír. Eso no era cierto en lo que se refería a los demás. Burbank y Paine se enfrascaban a menudo en conversaciones burlonas que a veces parecían conmocionar a los otros miembros del gabinete. En cierta ocasión,
Burbank llegó tarde. Al hacer su entrada, apareció lleno de entusiasmo y explicó que se había retrasado debido a un experimento que estaba realizando, y con el que confiaba poder hacer crecer manzanas de cualquier clase de árbol. Paine se burló de él, recordándole que fue precisamente una manzana la que dio lugar a todos los problemas existentes entre el hombre y la mujer. Darwin intervino cordial, y sugirió a Paine que se dedicara a vigilar a las serpientes pequeñas cuando acudiera al bosque en busca de manzanas, puesto que aquéllas tenían la costumbre de desarrollarse hasta convertirse en serpientes grandes. Emerson observó: «Si no hay serpientes, no hay manzanas», a lo que Napoleón afirmó: «¡Sin manzanas, no hay Estado!».
Estas reuniones se hicieron tan realistas que incluso llegué a temer sus consecuencias, y, durante varios meses, dejé de convocarlas con tanta frecuencia. Las experiencias eran tan extrañas que temía que, de continuar así, pudiera perder de vista el hecho de que tales reuniones no eran más que puras experiencias de mi imaginación. Esta es la primera vez que he tenido el valor de mencionar mis reuniones. Desde entonces me he mantenido en silencio con respecto al tema, porque sabía, a partir de mi propia actitud con respecto a estas cuestiones,
que sería malinterpretado si describiera mi experiencia insólita. Me he visto obligado ahora a verterla en la página impresa porque me preocupa menos el «qué dirán» de lo que me sucedía en los años que han transcurrido desde entonces.
Para no ser mal interpretado, quisiera afirmar aquí, del modo más categórico posible, que sigo considerando las reuniones de mi gabinete como puramente imaginarias; pero que me siento con derecho a sugerir que, aun cuando los miembros de mi gabinete sean ficticios, y esas reuniones existan sólo en mi propia imaginación, me han conducido por gloriosos caminos de aventura, y han configurado en mí un aprecio por la verdadera grandeza, han estimulado mi comportamiento creativo y han sido siempre la expresión de un pensamiento
honesto.
Sexto sentido 2
Sexto sentido 2
DEJE QUE LOS GRANDES HOMBRES LE DEN FORMA A SU VIDA
Nunca me he despojado por completo de este hábito de adorar a los héroes. Mi experiencia me ha enseñado que lo mejor que se puede hacer para ser en verdad grande es emular a los grandes, en sentimientos y
acciones.
Mucho antes de que hubiera escrito una sola línea para ser publicada, o que me hubiera dedicado a
pronunciar un discurso en público, adquirí el hábito de reconfigurar mi propio carácter tratando de imitar a los 75nueve hombres cuyas vida y obra me parecieron más impresionantes. Esos nueve hombres fueron: Emerson, Paine, Edison, Darwin, Lincoln, Burbank, Napoleón, Ford y Carnegie. Cada noche, y durante un largo período de años, sostenía una conferencia imaginaria con ese grupo al que yo denominaba mis «consejeros
invisibles».
El procedimiento que seguía era el siguiente. Por la noche, poco antes de quedarme dormido, cerraba los ojos y, en mi imaginación, veía a este grupo de hombres, sentados conmigo alrededor de mi mesa de conferencias. Allí no sólo tenía la oportunidad de sentarme entre quienes yo consideraba como los más grandes, sino que, en realidad, dominaba el grupo, y actuaba entre ellos como su presidente.
Yo tenía un propósito concreto al permitir a mi imaginación asistir a esas reuniones nocturnas. Ese propósito consistía en reconstruir mi propio carácter de tal modo que representara un compendio de los caracteres de mis consejeros imaginarios. Al darme cuenta, como me sucedió a edad muy temprana, que debería superar el obstáculo de haber nacido en un medio ambiente de ignorancia y superstición, me asigné la deliberada tarea de renacer voluntariamente a través del método que acabo de describir.
LA CONSTRUCCIÓN DEL CARÁCTER MEDIANTE LA AUTOSUGESTIÓN
Yo sabía, desde luego, que todos los hombres han llegado a ser lo que son gracias a sus pensamientos y a sus deseos dominantes. Sabía que todo deseo profundamente asentado le induce a uno a buscar una expresión exterior a través de la cual ese mismo deseo pueda transmutarse en una realidad. Sabía que la autosugestión es un factor poderoso en la formación del carácter y que es, de hecho, el único principio a través del cual se forma el carácter.
Dotado de este conocimiento acerca de los principios que rigen el funcionamiento de la mente, me sentí bastante bien armado con el equipo necesario para reconfigurar mi carácter. En esas reuniones imaginarias, yo convocaba a los miembros de mi gabinete para que me transmitieran el conocimiento que deseaba adquirir, dirigiéndome a cada uno de ellos con palabras audibles, del siguiente modo:
«Señor Emerson, deseo adquirir de usted la maravillosa comprensión de la naturaleza que distinguió su vida. Le pido que deje una huella en mi subconciente acerca de todas aquellas cualidades que usted haya poseído, y que le permitieron comprender las leyes de la naturaleza y adaptarse a ellas.
»Señor Burbank, le pido que me transmita el conocimiento que le permitió armonizar las leyes de la
naturaleza, y que le hizo arrancarle sus espinas al cactus para transformarlo en alimento comestible.
Ofrézcame acceso al conocimiento que le permitió hacer crecer dos hojas de hierba allí donde antes crecía una sola.
»Napoleón, deseo adquirir de usted, por emulación, la maravillosa habilidad que poseyó para inspirar a los hombres y para despertar el mayor y más decidido espíritu de acción en ellos. También deseo adquirir el espíritu de una fe duradera, que le permitió transformar la derrota en victoria y superar obstáculos cada vez más grandes.
»Señor Paine, deseo adquirir de usted la libertad de pensamiento y el valor y la claridad con los que expresar las convicciones que tanto le distinguieron a usted.
»Señor Darwin, deseo adquirir de usted la maravillosa paciencia y la habilidad para el estudio de la causa y el efecto, sin desviación ni prejuicio, tan ejemplificadas por usted en el campo de las ciencias naturales.
»Señor Lincoln, deseo introducir en mi propio carácter el agudo sentido de la justicia, el incansable espíritu de la paciencia, el sentido del humor, la comprensión humana y la tolerancia que fueron sus características más distinguidas.
»Señor Carnegie, deseo adquirir de usted una comprensión completa de los principios del esfuerzo
organizado, que usted utilizó con tanta efectividad en la formación de una gran empresa industrial.
»Señor Ford, deseo adquirir su espíritu de perseverancia, la determinación, la serenidad y la confianza en sí mismo que le permitieron dominar la pobreza y organizar, unificar y simplificar el esfuerzo humano, para que así yo pueda ayudar a otros a seguir sus pasos.
»Señor Edison, deseo adquirir de usted el maravilloso espíritu de fe con el que descubrió tantos secretos de la naturaleza, y el espíritu de herramienta inconmovible con el que, tan a menudo, extrajo la victoria de la
derrota.»
By: Napoleon Hill (1883-1970)
By: Napoleon Hill (1883-1970)
El sexto sentido
El sexto sentido
LA PUERTA DEL TEMPLO DE LA SABIDURÍA
<<El decimotercer paso hacia la riqueza>>
El decimotercer principio es conocido como el sexto sentido. A través de él, la Inteligencia Infinita puede comunicarse a voluntad con el individuo, sin ningún esfuerzo ni exigencia por parte de éste.
Este principio constituye la cumbre de la filosofía. Sólo puede ser asimilado, comprendido y aplicado una vez que se hayan dominado los otros doce principios.
El sexto sentido es esa porción de la mente subconsciente a la que nos hemos referido denominándola
imaginación creativa. También nos hemos referido a ella como «aparato receptor», a través del cual las ideas, los planes y los pensamientos surgen en la mente. A veces, estos destellos son denominados presentimiento,
intuición o inspiración. El sexto sentido desafía toda descripción. Es imposible describírselo a una persona que no haya dominado los otros principios de esta filosofía, porque esa persona no posee conocimientos ni experiencia con los que comparar el sexto sentido. La comprensión de lo que el sexto sentido es sólo se logra por medio de la meditación y del desarrollo mental desde dentro.
Después de que usted haya dominado los principios descritos en este libro, estará preparado para aceptar como verdad una afirmación que, de otro modo, le resultaría increíble. Nos referimos a que, con la ayuda del sexto sentido, usted será advertido de todo peligro inminente con bastante tiempo para evitarlo, y se le notificarán las oportunidades con la suficiente antelación para que las aproveche.
El sexto sentido acude en su ayuda y, si usted sabe desarrollarlo y aprovecharlo, siempre tendrá a su lado un «ángel guardián» que le abrirá la puerta de entrada al templo de la sabiduría en todo momento.
By: Napoleon Hill (1883-1970)
Diversidad
La diversidad Cultural
En 60 años, el marco del pensamiento y la acción de la UNESCO se ha transformado. Hoy en día, el reconocimiento y el respeto de la diversidad cultural como factor de cohesión social, desarrollo sostenible y estabilidad constituyen un elemento esencial de las preocupaciones y los centros de interés nacionales e internacionales.
En virtud de su Constitución, la UNESCO tiene asignado un doble mandato: “[...] asegurar a sus Estados Miembros la independencia, la integridad y la fecunda diversidad de sus culturas” y “facilitar la libre circulación de las ideas por medio de la palabra y de la imagen”. El respeto de la diversidad de las culturas, así como el de la libertad de expresión y comunicación, se consideran medios primordiales para lograr la unidad dentro de la diversidad.
Fuente: http://www.unesco.org/bpi/pdf/memobpi36_culturaldiversity_es.pdf
En virtud de su Constitución, la UNESCO tiene asignado un doble mandato: “[...] asegurar a sus Estados Miembros la independencia, la integridad y la fecunda diversidad de sus culturas” y “facilitar la libre circulación de las ideas por medio de la palabra y de la imagen”. El respeto de la diversidad de las culturas, así como el de la libertad de expresión y comunicación, se consideran medios primordiales para lograr la unidad dentro de la diversidad.
Fuente: http://www.unesco.org/bpi/pdf/memobpi36_culturaldiversity_es.pdf
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